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jueves, 29 de enero de 2015

¡INJUSTIFICABLE! Ningún tipo de violencia es "peccata minuta"



Por: Sara Natalia C. Díez.

Dicen que a los padres no se les debe juzgar, aunque creo que el término adecuado para lo que hoy haré no es juzgar ni reprochar, más bien es reconocer, de la manera más asertiva, objetiva y respetuosa posible, la forma de ser y actuar que un padre tiene hacia una hija, en este caso. Es imposible no hacerlo, sobre todo cuando un padre demuestra una total ausencia emocional, y peor aún, cuando ante los demás, aparenta una imagen falsa de padre responsable y ejemplar… 

Obviamente, me dirijo a mi padre, a quien dejé de ver hace casi tres años debido a hechos y comportamientos que afectaron mi autoestima, por lo que opté por lo más sano: alejarme de él. Y aunque aún trabajo en fortalecerme, reconozco que todavía me falta superar algunas cosas, pero creo que con perseverancia y con el paso del tiempo, podré lograrlo. 

No obstante, mientras yo me dedico a construir una nueva vida, hace unos días mi padre aprovechó una reunión, donde yo no tenía nada que ver, para hablar sobre mi (o mejor dicho, para desacreditarme),  y donde intencionalmente vuelve a agredirme tanto emocional como verbalmente. ¿Por qué lo hace? Considero que su único fin es justificar las formas violentas que empleó para imponer "reglas" durante el tiempo que viví con él, y de esta forma intenta eximirse de su responsabilidad al haberme tratado de forma despectiva,  humillante y desinteresada, alardeando que solo cumplía con su papel de “padre” recto, íntegro y justo, y llamando a las humillaciones, insultos, bromas hirientes, desprecios, silencios impuestos, ente otros tipos de violencia, como "peccata minuta"....
La idea principal de este post es compartir mi experiencia y evitar, en la medida de lo posible, que otras mujeres (esposas, novias, hijas, etc) permanezcan inmersas en ciclos de violencia porque les hagan creer que la violencia sutil, verbal, emocional y económica no deja marcas y por lo tanto son cosas irrelevantes. No es así, pero además quiero dejar en claro que se puede romper el ciclo y, a pesar de los problemas que aparezcan, podemos aprender a vivir dignamente y sin violencia.
Y es precisamente a él, a mi padre,  a quien le pido que recuerde y reflexione sobre lo siguiente: 

Mientras viví contigo cuando tú y mi madre se separaron, nunca dejaste de llamarme "gorda", de rebajarme a cero, y haciéndome sentir un estorbo, una inútil y alguien invisible. Déjame decirte que, en efecto, soy "gorda" y  "chaparra", pero dichos términos usados de forma sistemática, despectiva y humillante, se convierten en insultos, y eso es lo que tú hacías. No niego que heredé la baja estatura por la genética del lado materno... eso es indiscutible. Pero la "gordura",  como la llamas,  y que tantas veces me echaste en cara, irónicamente es una herencia del lado paterno. Así es papá, tu familia (por si no te has fijado) es quien padece ese tipo de característica física. Y no es por insultarlos, es una explicación que te estoy dando, solo es cuestión de  que recuerdes a cada miembro de tu familia. Es más, tú mismo nunca has tenido una complexión delgada, y ahora, imagino que por tu edad, por genética o por lo que sea, has aumentado de peso de forma descomunal. 

Ahora bien, mi "gordura", además, se debe a dos padecimientos que tengo (y ni siquiera lo sabes, gracias a tu desinterés por mi). 

Pero dejemos eso, ahora me gustaría que pensaras un poco: ¿Qué padre, en lugar de preguntarse la razón o motivo del por qué su hija se va la casa, lo primero que hace es acudir al ministerio público para levantar una denuncia (no por preocupación) sino para dejar asentado un probable "abandono de hogar"? No sé quien te asesore, pero en mi caso (tu hija) no aplica el abandono de hogar, más bien fue un acto de salvación. 

Ahora bien,   ¿te has preocupado, al menos alguna vez en estos tres años que no nos vemos,  si  acaso he comido, me he enfermado o si he necesitado un colchón, una cobija, o alguna de las cosas básicas que dejé en "tu casa”? Yo nunca he sido ratera, pero si me hubiera llevado mis libros de texto o mi ropa interior, no hubiera sido robo, pero aún así, tú sabes que ni siquiera eso me llevé, y jamás te has tomado la molestia para decir: "Pongámonos de acuerdo para entregarte las pocas cosas que dejaste" o, "Te las mando con alguien" o....algo similar.

Y esto viene al caso con la siguiente pregunta: ¿Qué padre que se jacte de ser “bueno” ante los demás prohíbe la entrada a su propia hija a la casa que fue el hogar familiar? 

¿Qué padre no entrega las cosas más elementales (y que no le pertenecen a él) como documentos, ropa, muebles y demás, a su hija, sabiendo que los requiere para hacer trámites o simplemente para que sigan formando parte de su historia personal?  A mi no me urge entrar a "tu casa" (como la llamas), ni tampoco visitarte, pero ya que no me permites el acceso a la casa, te pido por este medio, una vez más que, por favor, entregues todas esas cosas que realmente no te pertenecen y que yo necesito o que simplemente quiero guardar como recuerdos, pues son herencias de mi familia materna.

En fin, sería interminable continuar, no obstante, los cuestionamientos anteriores, solo son un ejemplo de tu comportamiento como "padre excelente" (según tu visión). Sin embargo, en realidad, cada uno de ellos forman parte de un conjunto de agresiones denominadas Violencia Verbal, Emocional, Económica y Patrimonial, pero es muy cómodo aparentar que no lo sabías o, peor aún, que no tiene ninguna importancia comportarse así.   Pero te aconsejo que te lo aprendas bien: Ningún tipo de violencia, por más sutil que sea, se considera  PECCATA MINUTA. 

Pero vayamos a la reunión donde, indebidamente, hablaste de mi (y donde yo estaba ausente). Mencionaste que si el tiempo permite que nos volvamos a encontrar, tal vez me perdonarías y además condicionas para que, en ese caso, fuera  “sin compromisos ni responsabilidades”. ¡¡Ay papá!!, como si en caso de verte, lo primero que  yo hiciera fuera pedirte perdón, dinero, ayuda o algo material. Créeme que he pasado por muchas carencias y problemas, y tú no has figurado en mi lista de opciones para pedir ayuda. Estoy consciente que ni en las peores circunstancias correría a pedirte auxilio. Me queda claro que un amor sincero, sobre todo entre padre e hija,  no condiciona, simplemente se demuestra (y no con cosas materiales), y dolorosamente sé que tú no eres así, por lo tanto, no te preocupes, si algún día nos encontramos (como ya ha sucedido), sigámonos de frente para no comprometerte, ni siquiera, a un saludo.  

También dijiste, que tú no eres de los que "buscan y ruegan a nadie"...  Por si no te has dado cuenta,  yo he continuado con mi vida, y hasta ahora no he esperado que me busques y me preguntes “¿Cómo has estado, necesitas algo?” o al menos que digas: “Me alegra que estés saliendo adelante sin mi apoyo”, o “Hija, estaré ahí cuando necesites una palabra de aliento”…no papá, me acostumbré a NO escuchar eso de tí cuando viví contigo, ¿cómo crees que esperaría oírlo ahora?  Pero déjame decirte que, tal vez, heredé eso de ti, pues yo tampoco busco ni ruego a quien no quiere formar parte de mi vida.  Hoy no te busco, solo dejo en claro ciertas cosas por mi misma, no por tí. 

En fin, creo tener un derecho de réplica y ahora es cuando deseo ejercerlo frente a tí, aunque sea por este medio. Ante todo te aclaro que esto lo hago con todo el respeto, primero a mi misma, y después a tí por ser mi padre. Tal vez tu orgullo te impida ver este video, pero por lo menos me servirá de catarsis.






Papá, no te juzgo, tal vez la vida misma lo hará algún día, no lo sé…mi única intención fue dejar en claro  algunas cosas que parece que olvidaste o, peor aún, las que no has olvidado las calificas como irrelevantes llamándolas “peccata minuta”, pero para mí, como para mucha gente,  las ausencias,  las palabras usadas con el fin de lastimar, las descalificaciones y  vejaciones, son sumamente dolorosas y humillantes, por lo que no son ni serán  “peccata minuta”. 

Chicas, mujeres y amigas de este espacio: Lamentablemente, sé que existen cientos,  o miles de hombres,  que piensan igual que el hombre que me engendró;  sujetos tan inconscientes que piensan que ejercer cualquier tipo de violencia contra una mujer, ya sea la esposa, la novia, la hermana, la amiga,  la empleada, la mujer que pasa por la calle o, como en mi caso, la hija, son cosa de "peccata minuta". Y no es así. Todo tipo de violencia contra la mujer, venga de quien venga, es un asunto de gran relevancia y, por ende, de urgente atención. Debemos educar desde la niñez, a hombres y mujeres, para que no crezcan pensando que las agresiones son cosa de PECCATA MINUTA.

Como dije en el video, deseo que mi padre sea feliz, aunque en el fondo sé que no será así por más que se esfuerce en aparentar lo contrario, pues nadie, por muy inconsciente y egoísta que sea,  puede tener una vida tranquila, feliz y plena cuando ha causado tanto daño.... ¡Es ley de vida!.

... Sin embargo papá, a pesar de todo, si alguna vez llegas a necesitar algo de mí, créeme, estaré junto a tí  hasta donde tu orgullo me lo permita, por el simple hecho de ser mi padre.

 Sara Natalia C. Díez.

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